De hecho, estoy segura de que las mujeres que buscan la perfección hasta un nivel obsesivo en cualquier y todos los aspectos de su vida nunca serán completamente felices. A ver, diferenciemos: no es lo mismo buscar la excelencia y tratar de hacer las cosas bien (un rasgo bueno) que perseguir de manera obsesiva la perfección en todos los niveles a tal punto de que una pequeña mancha en un mantel o una silla que no esté en su puesto nos saque de nuestros cabales (definitivamente un rasgo malo, y posiblemente una patología obsesiva-compulsiva).
Dice Walter Riso en su artículo La obsesión de querer hacerlo todo bien que, de todos los derechos personales, el más importante es el derecho a cometer errores. Hay que tener mucha valentía, seguridad en ti misma y amor propio para asumir dignamente la equivocación, sin excusas y sin victimizarte.
Dice Walter Riso, y si hay alguien que realmente sabe de este tema, es él:
- Lo paradójico del caso es que, en muchos casos, el perfeccionismo extremo lleva a incrementar el número de errores: Suena contradictorio, pero se debe a que cuanto mayor sea la necesidad de obtener un resultado ideal (en tu casa, en tu trabajo, con tu familia), más ansiedad y miedo al fracaso. Y tal como se ha demostrado, la tensión y el temor entorpecen el rendimiento a cualquier nivel; la memoria, la toma de decisiones, y el pensamiento estratégico se ven afectados por la innecesaria adrenalina.
- Nuestra tendencia universal a meter la pata nos hace deliciosamente humanas y afortunadamente imperfectas: De nuevo, no se trata de ser descuidadas ni despreocupadas, se trata de entender que, a nivel psicológico, las cosas no tienen que ser perfectas para que sirvan (y sirvan bien) y que la rigidez exagerada y las obsesiones por la perfección no son nada recomendables para una vida pacífica y tranquila. Te trae problemas con todos los que te rodean y especialmente contigo misma, porque tú misma eres tu crítica más severa.
- Finalmente, no tienes que ver la vida en blanco y negro, como todo o nada, bueno o malo: Te puedes estar perdiendo los grises que son los que realmente importan y son relevantes en tu vida. Por ver el árbol, te estás perdiendo el bosque. Si te relajas, aceptas, te adaptas, podrás ser capaz de disfrutar de un montón de cosas que antes ni siquiera veías o considerabas imperfectas. Esas cosas que antes te mortificaban, son las que hoy podrían hacerte feliz.